Valentin buscaba que el placer desenfrenado fuera cambiado por el dolor, el sufrimiento, la devoción, la sobriedad, interrumpiendo los carnavales, llamados así, porque empezaban con un navío salido del mar, (carros navilus), del cual sacerdotes de Baco y gobernantes de cada poblado y ciudades repartían licor, música, queso y carnes rojas. Salían del mar barcas con ruedas, ya que la filosofía de la época conceptualizaba la vida como salida del caos marítimo para llegar y prosperar en tierra firme. La iglesia nunca pudo evitar los carnavales, y buscó con la cuaresma, (40 días), evitar la música, el baile, la alegría y las carnes rojas, por la vigilia, el silencio, los rezos, la abstinencia, y cantos gregorianos, a partir del concilio de Trento, hace 600 años mal contados, cuando cambió el año nuevo del 1o de abril, al 1o de enero. La esposa de Valentín, Julia, siempre lo acompañó en sus confinamientos, manifestándose entre ellos el amor llamado ágape, el amor puro, que perdona y todo aguanta, hasta que el emperador cansado por su obsecación por impedir los carnavales, optó por segarle la vida.
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SORORISMO
Hace 98 años, Lillian de 25, nunca imaginó que Walt fuera a pedirle tan dulcemente, algo diferente a, que aún, no cobrara el cheque del sueldo. El romance nunca había sido la intención en un trabajo donde los “multitasker” dueños, eran los que menos ganaban. Dos semanas más tarde, Walt, de 23, y Lillian tuvieron una conversación: —Lilly, si me comprara un traje me invitarías a subir a conocer a tu hermana?
—Tú puedes subir si quieres ya mismo, si así gustas
—No. Cuando lo tenga puesto —y en su viejo Ford, arrancó a velocidad, a convencer a Roy de que los Estudios estaban en condiciones para pagar gastos extras, como un nuevo traje para él.
Treinta y cinco años después, en latinoamérica, que la mujer llegara a los 19 sin casarse, era considerada solterona. El voto popular era tema muy debatido, pues, ellas nada podrían entender de política siendo «Amas de Casa». En Hollywood, la primera mañana primaveral de 1925 bien peluqueado Walt llegó a los Estudios dentro del abrigo cruzado, gris, con solapas anchas verdes, dos hileras de botones, su pantalon verde, (otro gris en la bolsa), camisa blanca, corbata roja, zapatos recien lustrados, pasando la factura a su hermano mayor:
— Cuarenta dólares, —le dijo
Roy indagó porqué razón el traje:
—“Hasta de pronto me caso en él”, escuchó por respuesta
LA MUJER DE LA HISTORIA
La sabiduría griega, entretanto, transmitió su semilla, (semen), de maestro o adulto mayor, (25), a alumno o adulto menor, (13), conocido como agapón, por lo referente al tipo de amor: Sócrates – Platón, Platón – Aristóteles, Aristóteles – Alejandro, entregado por su padre, estratega de la falange militar, el gran Filipo de Macedonia, y a quien le disgustaba la femenidad de Alejandro al cantar tocando la lira. Hefestión fue el agapón de Alejandro Magno, quizás el único Gran Rey Conquistador sin descendencia.
Valentín y Julia
Valentin buscaba que el placer desenfrenado fuera cambiado por el dolor, el sufrimiento, la devoción, la sobriedad, interrumpiendo los carnavales, llamados así, porque empezaban con un navío salido del mar, (carros navilus), del cual sacerdotes de Baco y gobernantes de cada poblado y ciudades repartían licor, música, queso y carnes rojas. Salían del mar barcas con ruedas, ya que la filosofía de la época conceptualizaba la vida como salida del caos marítimo para llegar y prosperar en tierra firme. La iglesia nunca pudo evitar los carnavales, y buscó con la cuaresma, (40 días), evitar la música, el baile, la alegría y las carnes rojas, por la vigilia, el silencio, los rezos, la abstinencia, y cantos gregorianos, a partir del concilio de Trento, hace 600 años mal contados, cuando cambió el año nuevo del 1o de abril, al 1o de enero. La esposa de Valentín, Julia, siempre lo acompañó en sus confinamientos, manifestándose entre ellos el amor llamado ágape, el amor puro, que perdona y todo aguanta, hasta que el emperador cansado por su obsecación por impedir los carnavales, optó por segarle la vida.
SORORISMO
Hace 98 años, Lillian de 25, nunca imaginó que Walt fuera a pedirle tan dulcemente, algo diferente a, que aún, no cobrara el cheque del sueldo. El romance nunca había sido la intención en un trabajo donde los “multitasker” dueños, eran los que menos ganaban. Dos semanas más tarde, Walt, de 23, y Lillian tuvieron una conversación: —Lilly, si me comprara un traje me invitarías a subir a conocer a tu hermana?
—Tú puedes subir si quieres ya mismo, si así gustas
—No. Cuando lo tenga puesto —y en su viejo Ford, arrancó a velocidad, a convencer a Roy de que los Estudios estaban en condiciones para pagar gastos extras, como un nuevo traje para él.
Treinta y cinco años después, en latinoamérica, que la mujer llegara a los 19 sin casarse, era considerada solterona. El voto popular era tema muy debatido, pues, ellas nada podrían entender de política siendo «Amas de Casa». En Hollywood, la primera mañana primaveral de 1925 bien peluqueado Walt llegó a los Estudios dentro del abrigo cruzado, gris, con solapas anchas verdes, dos hileras de botones, su pantalon verde, (otro gris en la bolsa), camisa blanca, corbata roja, zapatos recien lustrados, pasando la factura a su hermano mayor:
— Cuarenta dólares, —le dijo
Roy indagó porqué razón el traje:
—“Hasta de pronto me caso en él”, escuchó por respuesta
LA MUJER DE LA HISTORIA
La sabiduría griega, entretanto, transmitió su semilla, (semen), de maestro o adulto mayor, (25), a alumno o adulto menor, (13), conocido como agapón, por lo referente al tipo de amor: Sócrates – Platón, Platón – Aristóteles, Aristóteles – Alejandro, entregado por su padre, estratega de la falange militar, el gran Filipo de Macedonia, y a quien le disgustaba la femenidad de Alejandro al cantar tocando la lira. Hefestión fue el agapón de Alejandro Magno, quizás el único Gran Rey Conquistador sin descendencia.