La cercanía de su retorno a casa como veterano de guerra, sin heridas, y sin haber sido afectado por la “Gripe Española”, —la pandemia anterior a nivel mundial—, entre comillas, porque en mi opinión de lego, ya Walter Elías y Ruth, habrían podido desarrollar los anticuerpos un año antes. Flora había tenido que dedicarse a punta de quinina y cuidados intensivos aminorar los efectos del virus, que los tuvo al borde de la muerte. Huelga aquí aclarar, que al virus de marras se le tachó de español, porque de Burgos y provincias hispanas salieron los llamados a la población, para que se tomaran medidas extremas contra la «gripe francesa», y evitar su voraz contagio, —medidas que experimentamos hace muy poco. Como España no era beligerante, pudo informar qué estaba ocurriendo en sus territorios y fronteras, con esa enfermedad cuyos orígenes más aceptados han sido las tropas y fuertes militares estadounidenses que se alistaban para ir a la guerra, según las evidencias científicas. Claude Hannoun, experto principal en la gripe de 1918 en el Instituto Pasteur, afirmó que el virus precursor probablemente provenía de China, ya que de los casi cien mil trabajadores chinos que laboraban tras las líneas británicas y francesas, solo uno de cada mil enfermaron, y levemente. Queriendo decir que ya estaban inmunes. Teoría no aceptada.

 

A pesar de la mortandad de soldados en Fort Riley en Kansas, —lugar de residencia de los Disney— y en más de una veintena de unidades militares, el presidente Woodrow Wilson no tuvo más opción que aceptar las razones expuestas por el general Payton March: se tenía que enviar los soldados como fuera, para que la triple alianza, —Italia, el imperio Austro-Húngaro y Alemania— no supiera qué estaba ocurriendo en las propias tropas. Miles fueron los que no llegaron vivos a Europa a combatir, y fue desde Brest, en Francia, que el brote del virus se expandió hasta las zonas de combate, y a su paso a los civiles que huían de las batallas y lo transportaron a continentes y tierras lejanas de Europa.

 

Haber sido considerado un debilucho, haber asistido a la guerra sin ser afectado por la pandemia “española”, ver tantos muertos, trasladarlos, y poder regresar vivo, le insuflaban a Walter Elías un valor agregado: gran crecimiento espíritual y mental. Rovira Celma, —escritor barcelonés al que les recomiendo ahondar—, dice, que el hombre pasa por la vida según la altura de sus creencias, y no destacando a la altura de sus capacidades. El joven granjero ya no es de los que cree que la vida es injusta, que el sistema aplasta, que las oportunidades son pocas, que no va a ser capaz de lograrlo, que los gobiernos prometen, no cumplen, que la gente le quiere seguir haciendo daño, que es un enfermo, que si nació pobre morirá igual, que el papá lo obligará a trabajar sin paga, dejando todo lo negarivo atrás. Ha tenido tiempo para haberse cuestionado todo. Ha conocido su alma, su psique, y quien lo hace logra conectar con propiedad y facilidad con otras almas para resonar con mayor fuerza, lo que somos en realidad.

 

La mayoría de sapiens, lo son de nombre, porque pensar no es tarea agradable para el cerebro, debido a que por economía energética evita el desgaste a toda costa. Al no pensar, la gente hace lo más fácil: juzgar, criticar, y sin darse cuenta, están hablando de sí mismos, como efecto de la ley del espejo. Esta teoría o fenómeno sicológico hace referencia, a que, lo que veamos mal o bien en los demás, no sea más que el reflejo del interior que mora dentro del crítico, el admirador, el juzgador u observador mismo. Lo sustenta la bella obra del japonés Yoshinori Noguchi, (todo ser curioso debiera enterarse y ver los destellos que reflejará en sus vidas). Las características positivas y negativas que detectamos en la gente, el cerebro las capta y responde, basado en la información sesgada que se recibe por la educación, la cultura, la religión, las experiencias previas y el comportamiento adquirido en casa. Walter Elías desde los 15 ha venido trabajando su alma, y entiende a papá, basado en el amor que se gesta al intentar hacerlo. Ha mejorado la comprensión de la vida, del mundo y de la gente, transformándose en un ser que evita a aquellos seres que juegan a buscar defectos ajenos, criticarlos y juzgar, sin enterarse que solo está viendo los propios.

 

Experimentar la cercanía de la transición llamada muerte, ha hecho del rural adolescente un ser que ha aprendido que el dolor es inevitable, pero, el sufrimiento es voluntario o potestativo de cada quién, siguiendo las enseñanzas de Siddhartha. Mi paso por las filas me permite interpretar lo que le ocurre al joven granjero de marras en esta etapa, en la que aplica la vida como un continuo aprendizaje. Nota que vivir es tener la voluntad de evolucionar, crecer y ayudar a crecer, basados en el amor. En cambio, existir es respirar, comer, dormir, trabajar, ir al baño, y hacer la guerra más que practicar el amor. Walter Elías ha asumido que no somos humanos que viven experiencias espirituales, los fines de semana, sino, espíritus encarnados para vivir experiencias humanas, cada día. “El último enemigo a vencer es la muerte”, me llega a la mente sin recordar dónde lo leí o grabé, y eso mismo, creo que Walter Elías haya descubierto. Ha aprendido que la vida es permanentemente continua, e incluye el proceso de transición que le sigue, ya como nueva crisálida, aparentemente apagada y extinta. Respetando las creencias de cielos e infiernos eternos, y que la muerte es el fin, no el comienzo del nuevo proceso, Walter Elías supo aceptar que desde el concilio de Nicea, se había borrado la palabra reencarnación de los escasos 4 evangelios escogidos de entre muchas decenas, para apoyar las cartas y teorías de Pablo.  Desde sus 15 ha venido programando su vida, empezando por verse bien a los 25, y mucho más a los 35 como su héroe: Charlot. No le teme a la muerte, por lo tanto, está dispuesto a atreverse, y hará lo que esté a su alcance para lograrlo. Probablemente, pienso yo, es en esta época que empieza a autosugestionarse; debió preguntarse si lo que hacía durante ese día lo acercaba a donde quería verse a los 25, porque es una de sus frases célebres: “Pregúntate si lo que estás haciendo en este instante te acerca a donde quieres estar mañana?”