Walt, tuvo en cuenta que, además de las ventas, se requería información que facilitara la toma de decisiones, medir peligros y sopesar situaciones. Si el joven Walt hubiese tenido la información en la yema de los dedos como nosotros, el alcance de su obra hubiera tomado espectros inimaginables. Copiando las figuras vistas en dos libros guías hizo detonar destellos de su creatividad, convirtiéndose a las pocas semanas en el baluarte para la reorganización de la Kansas Slide, cuyos dueños, los Cauger, optaron por llamarla Kansas City Film Ad Company. El aumento salarial lo usó para adquirir más equipo e instalarlo con la ayuda de Roy, en el garaje. De nada sirve la información, si ésta no se utiliza. Hay que experimentar, tanteando mediante prueba y error nuevas alternativas buscando innovar. El hombre que lo enganchó, Ted Cauger, décadas después en una entrevista, esto manifestó: “Dios nos lo envió. Estaba en los planes de Dios” contar con él, a pesar del escaso lapso que de Enero a mitad de Mayo les trabajó.

 

Es que para los primeros días de ese mes de 1922, había completando el número de accionistas previsto para su nuevo emprendimiento: la producción de cortos publicitarios animados usando tinta sobre celdas de celuloide, mejorando lo aprendido. Había estado practicando con la cámara de A. Vern Cauger, cabeza visible de la compañía, y hermano de su reclutador en la, ahora, Kansas Film Ad. Un sábado, tres meses atrás, la había pedido prestada y llevado al garaje, luego de haber discutido sobre el mal desempeño del equipo, que, según Walt, ya estaba anticuado. Si se la facilitaban, iría a «intentar» sacarle el mejor provecho sin afectar la producción en la empresa, haciendo nuevas pruebas en su casa. Sin mucha presión de su parte, la petición fue aceptada por A. Vern, el propietario de la nueva firma.

 

De día a los Cauger les había dado su creatividad. En las noches experimentaba, con su propio equipo, y los fines de semana con la filmadora de la  empresa combinaba todos los ensayos. Nada sería basura, pues consideraba que vendiendo esa producción a bajo precio, podría sostenerse por un tiempo. Tampoco incluiría el valor de su tiempo invertido, algo que sin saberlo, es parte fundamental de la filosofía Lean, (Toyota Manufacturing System), pues, el cliente debe percibir valor, pero, no pagar por el tiempo invertido en esos logros. Esta estrategia es desde hace dos décadas pilar dentro de las enseñanzas del gran gurú del marketing, Seth Godin, quien aduce la necesidad de probar en primera instancia con el mínimo mercado viable, compuesto por quienes se puedan beneficiar de los bienes o servicios que se ofrezcan, y sostengan el costo de las pruebas.

Walt, además, promovía el mínimo producto viable, que se define como el bien o servicio que consta de cualidades y características que dan solución a necesidades insatisfechas, y por tal razón, atraiga a los primeros cazadores que andan en su búsqueda. Me refiero a aquellos que ignoran lo que opinen en su grupo social, al probar nuevos productos, tecnologías o servicios. Es más, lo hacen por ser los primeros, simplemente, porque necesitan serlo. Lo vemos cuando Apple, por ejemplo, lanza un nuevo IPhone. Ellos duermen en los corredores de los centros comerciales desde la noche anterior, sabiendo que son productos en evolución, y convencidos que otros con mayores y mejores características los reemplazarán, pues, son prototipos dentro del ciclo de desarrollo temprano de esas ideas o diseños. En simples palabras, Walt ya iba cien años delante de las actuales teorías del marketing, a la velocidad que la información de sus dos textos, y la práctica de su ejercicio artístico que interactuaba con las experiencias guardadas en su memoria. Era savia que alimentaba el alargamiento y solidez de sus enlaces neuronales en la búsqueda de nuevas conexiones dentro del marco conceptual creativo puesto en marcha desde hacía un año atrás. Dedicación y enfoque requiere el mejoramiento de toda práctica para que sea continuo el crecimiento.

 

Inmediatamente, después de devolver la stop-action cámara y reportar a los Cauger la necesidad de la actualización de los equipos, se dispuso a contar con Roy el número de pies de filmación hechos hasta ese fin de semana: 300!!!.En su escaso tiempo libre, por las tardes, Walt se colocaba corbata y el vestido dominguero, para promocionar la producción de su trabajo, convenciendo a inversionistas tan visionarios como él. Ingenieros, administradores, abogados, médicos, veterinarios, dentistas, restauranteros, hombres de negocio y hasta el tío Rob, desde enero venían escuchando el atractivo y bien estructurado contenido de ventas. No solo verían sus negocios publicitados en los mejores teatros de la ciudad, sino que, además, serían dueños accionistas de una empresa llamada a triunfar, porque sería la primera en Kansas en producir cortos publicitarios, a la usanza de los grandes en New York. Ningún inversionista podría tener más del millar de acciones, a dólar cada una, las cuales eran muy pocas, les decía; y el tiempo era ya, ahora. Cada semana entraban nuevos profesionales aportando dineros a la idea que prometía anunciar sus bienes y servicios en los cines, sin entender en realidad qué era la publicidad con dibujos animados, a qué cuento estaban siendo llamados, y en el que ya estaban metidos.

 

Comercializar 300 pies de filmación de teatro en teatro, no era cosa fácil, menos cuando se andaba trabajando, experimentando, respondiendo a las incesantes preguntas de los ya accionistas, mientras seguía convenciendo a más inversionistas. Acababa de descubrir que devolviendo la cinta grabada con su sobrina, cuando accidentalmente la leche se le había derramado, regresaba al recipiente de manera mágica. Tales experimentos lo hacían pensar que era el momento para renunciar a su trabajo con los Cauger, contar con el tiempo necesario para ensayar nuevas ideas, y que Ub lo siguiera. Era la combinación perfecta que precisaba para despegar en firme. Le era indispensable contar con Ub y su extraordinario talento. Como hijos de inmigrantes se identificaban, pero, Ub, poco de política, pues, no captaba el mensaje que iba para gobernantes y administradores de la ciudad lanzado con sarcástico humor. Cuando Walt caricaturizando sus bocetos a lápiz, exponía sus ideas en cuanto al mediocre desempeño de aquellos en sus cargos solo lograba atemorizar a Ub, y más se negaba a unírsele de nuevo.

 

Los grandes líderes son los más interesados de contar entre sus seguidores con personas mejores, capaces de superarlos en alguno o varios campos, porque están seguros, que, juntos pueden más fuerte, más alto y más veloz volar. Su confianza no reside en la consistencia de las ramas donde se van a posar, sino. en la capacidad de sus alas para remontar. Ub es mejor dibujante y animador que Walt, y éste lo reconoce y lo valora. Pero, Ub, que mantiene a su madre, no está muy convencido de correr el riesgo de dejar la empresa, que le paga bien, para probar en algo que hasta ahora está aprendiendo, y de pronto, recibir solo cheques sin fondos.

 

Walt en cuatro meses y medio ha completado el 100 por ciento que se había propuesto reunir como capital de trabajo: 15 mil dólares. Casi doscientos mil de hoy. Cuenta con 20 años y anda vendiendo intangibles empacados dentro del humo de su ensoñación. Su apasionado discurso, la seguridad de sus palabras, la emoción transmitida, la excelente comunicación de las ideas expuestas, destruyen las objeciones que van apareciendo entre los inversionistas. Pero, no ha logrado convencer ni a Ub , ni a su madre, ni a los distribuidores, que no se deciden por su idea de presentar un cortometraje, de 300 pies de largo, que satiriza cómicamente a los funcionarios públicos de la ciudad encargados del mantenimiento de las vias ferroviarias en Kansas.